"- Oye, hace mucho calor. ¿quieres venir conmigo a pescar un pez?
- Sí, dije, sin apenas poder emitir la palabra.
- ¡Vamos!
Se levantó de un salto y salió corriendo hacia el bosquecillo de abedules que bordea el extremo más al sur de nuestra finca. Entre los árboles discurría un río serpenteante, de corriente fría y profunda y superficie moteada por las luces y las sombras del sol, y en cuyo interior ganduleaban los peces.
Lanzó una una cuerda con un anzuelo y una tira de corteza enganchada en él. Al cabo de un minuto, una carpa marrón caía en la orilla. Me puso la cuerda en la mano y me enseñó cómo tenía que tirar el anzuelo en los remansos de aguas más cálidas. El hilo silbó entre mis dedos al lanzarlo. La sensación que experimenté cuando un pez picó y tiró del hilo fue un puro delirio de feliciadad. Grité alborozado al notar que me atraía hacia el agua. Mi amigo se retorcía de risa. Entonces, mano sobre mano, nos pusimos a tirar juntos, aunque la victoria final me la dejó a mí. Arrastré la gran carpa dorada hasta la orilla y me quedé mirándola con asombro. No tenía la menor idea de que la vida pudiera deparar tales placeres."
3 comments:
Maria preciosa historia de generosidad y de pasar olculto. Gracias
Gracias por sus comentarios y muchas felicidades por el 27.
Gracias a ti. Un saludo
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